Bienvenidos....

..... a mi blog de Psicologia, en el que pretendo recopilar diversidad de casos clínicos sobre trastornos mentales con la intención de poder estudiar de una forma más práctica cada uno de ellos. ¿Quien no se ha vuelto loco buscando estudio de casos en millones de sitios?
Todos los casos expuestos han sido extraidos de páginas web especializadas, dirigidas a difundir artículos e investigaciones y de libros de psicología clínica. Tan sólo expongo los casos y los clasifico respetando el diagnóstico realizado desde su lugar de origen, pero este blog está abierto a cualquier comentario que pueda definir aún mejor los trastornos o ampliar la información.

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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Caso 15: "la esposa infiel"

Se trata de una mujer que, próxima a los 50 años de edad, realizó una sobreingesta medicamentosa. Después de recuperarse, confesó a su médico de cabecera que desde hacía 18 meses su marido había empezado a mostrarse cada vez más celoso y a acusarla de infidelidad. Últimamente sus acusaciones resultaban totalmente irracionales y le recriminaba tener múltiples amantes, levantarse de la cama por la noche para acostarse con ellos y comunicarse mediante luces y espejos. Interpretaba las llamadas telefónicas que se equivocaban de número como pruebas "evidentes" de intentos de comunicación, y creía que los coches que cruzaban  de noche su domicilio hacían destellos de luces como señales para ella. Colocó cinta adhesiva y cerraduras en todas las ventanas y puertas, y midió cuidadosamente la posición de todos los muebles de la casa. Cualquier cambio que detectaba desembocaba en una retahíla de acusaciones de infidelidad. Se negaba a aceptar cigarrillos o cualquier tipo de comida que procediera de ella. Durante todo este tiempo su marido nunca intentó agredirla físicamente, y su actividad sexual se mantuvo al ritmo habitual; pero el hombre estaba cada vez más perturbado y abatido y llegó a perder unos 7 kg.

La mujer se sentía tan desdichada por el comportamiento de su marido que llegó a plantearse la separación, pero temía que éste reaccionara de forma violenta. Reconocía que la sobreingesta de fármacos había sido un "grito de ayuda".

El marido fue requerido para una valoración psiquiatrica y se mostró colaborador y dispuesto. Ofrecía explicaciones similares a las de su esposa, aunque advirtiendo que estaba totalmente convencido de su infidelidad. A pesar de su vehemencia y su creencia irrebatible en todas las "pruebas", parecía tener alguna conciencia de que algo fallaba en él. La entrevista con una hija de la pareja que vivía con ellos corroboró la inocencia de la madre y la irracionalidad del padre.

El matrimonio se había mantenido estable hasta el inicio de la problemática actual, aunque cabe señalar que durante su juventud el marido había consumido grandes cantidades de alcohol, llegando a agredir en ocasiones a su esposa. Hacia los 35 años de edad había dejado de beber en exceso y de atacar físicamente a su mujer, mostrándose a partir de entonces como un marido bueno y responsable. Por otra parte, nunca había tomado drogas. Su mujer le describía como una persona "testaruda", pero por lo general no discutían más de la cuenta ni nunca había dado muestras de celos. Habia ido a la escuela hasta el séptimo curso; probablemente su capacidad intelectual se situaba en la zona media-baja de la normalidad. Entre sus antecedentes familiares destacaban varios casos de alcoholismo, aunque ningún otro tipo de trastorno mental.


DSM-IV-TR. LIBRO DE CASOS
SPITZER, ROBERT L.; GIBBON, MIRIAM; SKODOL, ANDREW E.; WILLIAMS, JANET B. W.; FIRST, MICHAEL B.

Caso 14: Estudiante, 25 años

Se trata de una estudiante graduada, de 25 años de edad, que pidió consulta debido a síntomas depresivos y problemas matrimoniales. La paciente llevaba casada 5 años, durante los cuales tanto ella como su marido iban al instituto. Durante los últimos 3 años su rendimiento había sido claramente superior al de su pareja, y ella atribuía este hecho a sus frecuentes e intensas discusiones. Constató que el hecho de que su marido le gritara o le pegara en algún ataque de ira le producía una sensación de excitación sexcual. En ocasiones le provocaba hasta que éste accedía a tener relaciones secuales de una forma brutal, como si la estuviera violando.
La paciente experimentaba esta brutalidad y esta sensación de ser castigada como sexualmente excitante.

Un año antes de la consulta, la paciente había empezado a finalizar las discusiones saliendo violentamente de su casa. En una de estas ocasiones decidió entrar en un "bar de solteros", entabló relaciones con un hombre y le convenció para que le pegara como parte del juego sexual. Constató que aquel "castigo" le resultaba excitante sexualmente, y después de aquello empezó a tener fantasías de estar siendo pegada mientras se masturbaba hasta el orgasmo. La paciente descubrió entonces que disfrutaba recibiendo castigos físicos de hombres desconocidos más que con cualquier otro estímulo sexual. Al ser sacudida o pegada, el juego sexual e incluso la calidad de los orgasmos eran lo más placentero, con diferencia, que había experimentado en toda su vida.

En cualquier caso, estas preferencias sexuales no constituían el motivo de consulta. Se quejaba de ni poder vivir sin su marido, aunque tampoco podia vivir con él. Tenía fantasías relacionadas con el suicidio que emanaban del miedo a que él la abandonara.

Reconocía que su conducta sexual resultaba peligrosa para sí misma y se sentía avergonzada de ella. Desconocía las posibles razones que se ocultaban detrás de sus necesidades sexuales y no estaba segura de someterse a tratamiento debido a que le reportaban mucho placer.


DSM-IV-TR. LIBRO DE CASOS
SPITZER, ROBERT L.; GIBBON, MIRIAM; SKODOL, ANDREW E.; WILLIAMS, JANET B. W.; FIRST, MICHAEL B.

martes, 21 de septiembre de 2010

Caso 13: James, 15 años

James es un chico de 15 años, el segundo de tres hermanos, con una larga historia de retraso o desarrollo anormal. Sus padres hicieron que lo evaluaran porque su comportamiento iba empeorando. Después de unos 2 años, aproximadamente, de esa evaluación, James se ha ido volviendo cada vez más rígido e inflexible y su insistencia en llevar a cabo las rutinas causa muchos problemas. No tiene verdaderos amigos y presenta gran cantidad de idiosincrasias.
Repite una y otra vez determinadas frases de la televisión y está fascinado con los trocitos de cuerda e hilitos. Ha recogido cantidades considerables de esos objetos, e insiste en llevarlos consigo. Cualquier intento por apartarle de ese interés insólito hace que se agite con períodos de temblores corporales o sacudidas de cabeza.

En el examen, James presenta un patrón anormal de interacción social, con escaso contacto ocular y mostrándose relativamente desinteresado en las relaciones sociales. No utiliza expresiones faciales, gestos o posturas corporales para regular la interacción y carece de reciprocidad emocional. Sus padres refieren que tiene grandes problemas para mantener una conversación y que sólo le interesa comentar algunos programas de televisión y su colección de cuerdas. Su lenguaje es estereotipado y repetitivo, de carácter monótono. Sus padres dicen también que cuando el chico está excitado, presenta algunos comportamientos estereotipados y que tiende a adherirse a varias rutinas no funcionales (p.ej., siempre da tres vueltas alrededor de la silla antes de sentarse en ella, práctica observada por el clínico durante la evaluación).
Su área afectiva está altamente constreñida, y su capacidad de introspección y razonamiento es escasa. No se observan ideas delirantes, alucinaciones ni otros fenómenos psicóticos.

James nació en una familia trabajadora después de un embarazo y parto normales. Según su madre, de niño era poco exigente y relativamente tranquilo y, desde las primeras semanas de vida, parecía "diferente". Al contrario de sus dos hermanos, James parecía estar menos interesado en la interacción social. Los cambios motores importantes tuvieron lugar en el momento esperado, pero el desarrollo del lenguaje se retrasó de manera significativa. LLegó a pensarse que James era sordo, pero una audiometría indicó que, en principio, no había alteraciones en su oído. Aunque inicialmente su pediatra afirmaba que era un "hablante tardío", sus padres continuaron preocupándose y a los 36 meses de edad buscaron una nueva evaluación.
En las pruebas, James demostró dispersión en las habilidades de desarrollo con un retraso grave en el lenguaje y en las habilidades cognoscitivas mediadas por el lenguaje, aunque estaba muy cerca del nivel de su edad en algunas habilidades motoras y cognoscitivas no verbales. James decía solo unas cuantas palabras simples que utilizaba para hacer peticiones de comida en lugar de utilizarlas para el contacto social. Era incapaz de seguir órdenes simples y tenía grandes dificultades en tareas que implicaban la imitación.
Destacaba la intolerancia a los cambios. Por ejemplo, insistía en que sus padres siguiera exactamente la misma rutina al irse a dormir cada noche y se agitaba sobremanera si aparecía cualquier  cambio en el patrón habitual. También era muy sensible al entorno inanimado, de manera que, aunque con frecuencia parecía que casi no recordara la voz de su madre, podía sentirse aterrado cuando oía la aspiradora. Su juego consistía en la manipulación de objetos simples con una perseverancia considerable. Una extensa evaluación médica mostró un electroencefalograma y una tomografia computarizada normales. El análisis genético y de cromosomas también fue normal. Como antecedente familiar sólo se detectó, en su hermano mayor, un retraso del habla mucho menos grave.

Como resultado de esta evaluación, a los 3 años se le diagnosticó Autismo infantil. Comenzó un programa intensivo de intervención temprana que le aportó cierta mejoría, sobre todo en términos de vocabulario expresivo. Sin embargo, su habla se caracterizaba por ecolalia, su literalidad extrema y una voz monótona. James tenía problemas con el lenguaje en situaciones sociales.

Durante la edad escolar, el chico adquirió habilidades sociales más diferenciadas, aunque también desarrolló varias conductas autoestimuladoras, básicamente temblores corporales y golpes de cabeza, así como la afición de coleccionar cuerdas. Aunque seguía siendo extremadamente sensible a los cambios en su entorno y se resistía a ellos, se pudo observar un progreso desigual aunque firme. La evaluación psicológica formal a los 10 años de edad reveló una puntuación de CI situada en el intervalo de ligero retraso, son considerable dispersión en los resultados de los subtests. A los 12 años de edad, sus raros intereses y su dificultad para enfrentarse  con situaciones de cambio había disminuido ligeramente y acudía a algunas clases al día en una escuela pública.

Sin embargo, al inicio de la adolescencia, el comportamiento del chico se deterioró, sobre todo después del inicio de un trastorno convulsivo a la edad de 14 años. Se volvió conductualmente más rígido, retornó a su afición infantil de coleccionar materiales raros, y se le hizo difícil centrarse en actividades educativas o laborales.




DSM-IV-TR: ESTUDIO DE CASOS. GUIA CLINICA PARA EL DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
de
FRANCES, ALLEN y ROSS, RUTH
martes, 14 de septiembre de 2010

Caso 12: Peter, el niño prodigio

Peter, el tímido hijo único de unos padres con una escasa escolarización, fue considerado un "niño prodigio" desde sus primeros años de escuela. Siempre había sido empujado por sus padres hacia el éxito, acabó su doctorado en física a los 23 años y era un alumno célebre en su departamento. Sin embargo, las cosas cambiaron. Ocupó varios puestos de nivel intermedio como físico investigador en varias industrias, yendo de una a otra por rencillas y disputas, reclamando que los demás estaban intentando robarle sus ideas.

El padre de Peter también tuvo dificultades considerables en su carrera. Aunque no había recibido una educación formal, tenía gran cantidad de información técnica; trabajaba como asesor para varias empresas, que vieron en alguien con su detallado conocimiento una mente inventiva. Pero estos trabajos no duraron mucho. En menos de un año, dos como máximo, el padre de Peter se alejó de casi todos sus colegas, acusandoles de intentar robarles sus ideas y de no pagarle lo que se merecía. Peter recordó vivídamente las conversaciones en la mesa a la hora de cenar, cuando su padre estaba furioso porque había sido "nuevamente despedido" porque era "demasiado listo para aquel hatajo de tontos".

Siguiendo un patrón similar, la propia arrogancia y el egocentrismo de Peter le estaban causando conflictos con sus supervisores, que pensaban que Peter empleaba demasiado tiempo en sus propios "esquemas secretos" y no el suficiente en el trabajo de la compañia. Cualquiera que hiciera un comentario sobre sus proyectos, aunque fuera de manera constructiva, era tratado con codescendencia. Finalmente, a Peter le asignaron trabajos menos importantes que le hicieron sentir que tanto sus supervisores como sus subordinados se estaban "riendo de él" por no tomárselo en serio.


Casi como venganza, Peter empezó a trabajar en un esquema que "revolucionaría la industria", un nuevo principio termodinámico que, cuando fuera aplicado al mayor producto de la empresa, demostraría ser extremadamente eficiente y económico. Trabajó en privado dirante tanto tiempo como pudo rechazando compartir ninguna de sus ideas con sus "colegas renegados". Después de varios meses de lo que los demás consideraban "una idea brillante", presentó sus planes al presidente de la compañía. Aunque era brillante, el plan no tenía en cuenta ciertos hechos obvios y simples de lógica y economía.

Cuando supo que el plan había sido rechazado, Peter se retiró a su casa y empezó a beber en exceso. Entonces se obsesionó con nuevas ideas proponiendolas en complicados esquemas y formulas a varios oficiales del gobierno e industriales. Siguieron nuevos rechazos, que le llevaron a mayores esfuerzos para recuperarse. No mucho después, perdió todo control y contacto con la realidad. Durante un breve período de tiempo se convenció de que era Niels Bohr, un famoso físico cuántico. Saber si tales delirios de grandeza podrían ser atribuidos a su problema con la bebida y problemas de personalidad, o se explicaban mejor como un desarrollo de su patrón de personalidad paranoide, era una cuestión fundamental para la evaluación clínica.


Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Theodore Millon & Roger Davis
jueves, 2 de septiembre de 2010

Caso 11: Leslie, 22 años

Leslie, de 22 años de edad, es una estudiante universitaria de una facultad local. En la entrevista clínica se muestra claramente avergonzada e incomoda, pero a pesar de ello refiere crisis de angustia tan inmovilizadoras que casi no se relaciona con el mundo externo. Está a punto de iniciar un nuevo semestre y no sabe si será capaz de asistir a clase. El cuadro es siempre le mismo. De repente empieza a notar que su corazón se acelera, comienza a sudar a medida que aumenta su miedo a sufrir un ataque, con lo que su corazón se va acelerando cada vez más y acaba sobrecogida por el pánico.

La vida de Leslie es poco placentera. Intenta trabajar cada día, se ocupa de los recados necesarios, y va a comprar comida alguna que otra semana. Generalmente deja que las cosas se le acumulen y luego intenta hacerlas de golpe para quitárselas de encima. Hace algún tiempo trabajaba como voluntaria en un jardín botánico, con lo cual disfrutaba, aunque nunca ha tenido un trabajo serio. Cuando se le pregunta acerca de su vida social, tiene problemas para mencionar a algún amigo, «Temo no agradar a los demás si llegan a conocerme de verdad!» afrima. Cuando lo dice se le ve profundamente afectada, pero en ningún momento mantiene contacto ocular con el entrevistador. Reconoce que aunque los demás puedan llevar una vida mejor, ella solo desea fervientemente que la dejen sola. Incluso cuando está sentada en clase y los demás se ríen, le cuesta creer que no se estén burlando de ella.

Para poder entender sus síntomas, la historia de Leslie ha de remontarse tiempo atrás. Con frecuencia le recordaban que su nacimiento había sido un accidente, un acontecimiento desagradable por el que «tuvieron que pasar» su madre y su padre. Sus padres nunca le demostraron afecto. «No es que fueran negligentes», afirma rápidamente, «sino que siempre me sentí como una carga para ellos». La vida en su casa nunca fue cálida ni alegre, y muchas veces se quedaba fantaseando encerrada en su habitación., cosa que sigue haciendo en la actualidad.

Y para empeorarlo todavía más, sus padres, que llevaban una vida muy próspera, tenían unas expectativas muy elevadas para ella, con lo cual solían ser demasiado críticos, incluso con los errores más insignificantes.
Debido a su timidez, tuvo que soportar constantemente las burlas crueles de otros niños, que supuestamente fueron el origen de su conciencia devaluada que ha permanecido desde entonces. Incapaz de defenderse, se aisló socialmente con tal de volverse más insignificante e imperceptible para los demás.

Cuando se le pregunta por sus relaciones, Leslie hace referencia a un único novio, cuando cursaba estudios en el instituto. «Incluso entonces», afirma, «tenía miedo de ser yo misma o de expresar cualquier tipo de opinión sobre mi misma. Tenía miedo de que él me dejara». Cuando se le pregunta por el matrimonio, Leslie admite que sueña con que se le acepte sin condiciones, pero duda que le pueda ocurrir alguna vez. En vez de ello prefiere estar sola, «donde estás segura, donde nadie puede ver tus faltas y mucho menos juzgarte o criticarte. Si ocultas lo que sabes, al menos no tienes por qué preocuparte de sentir vergüenza».





Trastornos de la personalidad en la vida moderna, Theodore Millon & Roger Davis.

Caso 10: A.L., 29 años

A.L. es un programador de sistemas quien hace un mes había estado incapacitado porque hizo un intento de suicidio, regresó a su trabajo con un buen estado de ánimo. Sus compañeros de trabajo notaron que estaba especialmente feliz y energético, saludando a todos. Unos cuantos días después, durante la hora del almuerzo, A.L. compró un pastel enorme e insistió en que sus compañeros de trabajo comieran un poco. Al principio todos estaban sorprendidos y divertidos con sus payasadas, pero dos compañeros se empezaron a mostrar irritados porque no le dedicaba casi tiempo a sus actividades en la oficina, se distraía con cualquier cosa, se le olvidaban sus responsabilidades, y vivía incumpliendo sus horarios laborales con la excusa de no saber en que horas está ni el día de la semana en que anda, pues anda “pensando en muchas cosas mas importantes”.



El gerente de la oficina decidió hablar con A.L. acerca de la preocupación de sus colegas, y éste se mostró muy “extraño”, se subió encima de un escritorio, agitaba los brazos y empezó a gritar: “¡Escuchen, escuchen!, ¡ No estamos trabajando en los aspectos más importantes de nuestros datos! Lo sé, ya que he eliminado los virus de mi mente, borrar reprogramar, saben lo que quiero decir. ¡ Tenemos que examinar el programa total basados en la entrada!”. Luego empezó a decir groserías y a tratar con palabras obscenas a algunas de las secretarias. El gerente al ver esto, trató de calmarlo y como no pudo, amenazó con despedirlo, y A.L. le gritó y lo llamó “tonto incompetente, si yo controlo esta empresa, usted no me puede despedir”. Su habla era rápida y cada vez se le entendía menos, amenazó con romper todo, y levantó una silla del piso, y decía que había que “destruir a los intrusos del espacio que se asomaban por las ventanas” y enseguida se quedó inmóvil y colocando una mano en su oído a manera de escucha dijo: “escuchan?, ya están llegando y me dicen que nos van a acabar por no haber acordado los aspectos esenciales de los chis reprogramables contraintrups catriados de triple crats” en ese momento unos compañeros lo agarraron y lo tumbaron al piso mientras que él seguía gritando y luchando. Dos policías se lo llevaron esposado para impedir sus movimientos y tuvieron que hospitalizarlo.



La familia de A.L. reporta que él no era así, que hace como seis meses empezó a tener cambios de ánimo, y que de pronto empezaba a comprar muchas cosas y a salir mucho de la casa de noche. Cuando estaba en casa no dormía y se la pasaba colocando música muy fuerte y cantando toda la noche, no dormía y al otro día estaba como si hubiera descansado toda la noche, “lleno de energía”. En una ocasión, saltó por la ventana del segundo piso, pues expresaba que ”quería sentir el viento corriendo por su cara en dirección de caída libre”.



http://anormalidades1.scriptmania.com/CASOS%20CLINICOS%20PARA%20EJERCITAR.htm

Mentes Atormentadas

León Tolstoi
“La vida no tenía para mí ningún sentido. Cada día de mi vida, cada paso en ella me iban acercando al borde de un precipicio desde donde veía ante mí claramente la ruina final. Detenerme o retroceder eran dos imposibles; ni podía tampoco cerrar los ojos para no ver el sufrimiento que era lo único que me aguardaba, la muerte de todo en mí, hasta la aniquilación. Así yo, hombre sano y dichoso, fui llevado a sentir que no podía vivir más, que una fuerza irresistible me estaba arrojando a la tumba.”

Virginia Woolf
“Esto me sorprende ¿qué son estos ataques repentinos de total agotamiento? Vengo aquí a escribir; no puedo ni acabar una frase; estoy arrastrada hacia abajo; ahora estoy sintiendo este indefinible impulso: ¿el subconsciente derribándome hacia su interior? ¿Qué es lo que me sucede? No sé exactamente. Pues yo no me estoy evadiendo de nada. No. Creo que el esfuerzo de vivir en dos esferas; la novela y la vida, es una tensión…”

Vincent Van Gogh
“En sus últimos años, este pintor holandés trabajaba para protegerse de la locura total: “El trabajo me distrae la mente”, escribía, “y debo tener alguna distracción”. Tras un ataque de “alucinaciones insoportables” escribió a su hermano: “Déjame seguir tranquilamente mi trabajo; si es un poco loco, tanto peor”. Al final, Van Gogh prefirió la muerte al sueño de la razón y se pegó un tiro después de pintar.

Franz Kafka
"Como no soy más que literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa, mi empleo nunca podrá entusiasmarme pero sí puede destrozarme por completo. Ahora compáreme con su hija, una chica sana, alegre, natural, fuerte... la verdad es que conmigo, según mis previsiones, tendrá que ser desgraciada. Soy una persona retraída, callada, insociable y descontenta. De la vida que llevo en casa pueden sacarse al menos algunas conclusiones. Vivo en medio de la familia, entre las personas más buenas y cariñosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he hablado en los últimos años ni siquiera veinte palabras al día por término medio; con mi padre casi nunca he intercambiado más que los buenos días. Con mis hermanas casadas y mis cuñados no cruzo palabra y eso que no estamos enfadados."
miércoles, 1 de septiembre de 2010

Caso 9: Sra. G., 60 años

La Sra. G es una mujer de 60 años que nunca ha estado casada y vive sola con 13 gatos. Su aspecto es raro, y su comportamiento, obviamente, excéntrico. Aunque resulta cautivadora y simpática, cualquiera que la vea piensa inmediatamente que es "diferente". Va vestida de una manera estrafalaria, con ropas de muchos colores, en un estilo ecléctico que recuerda a los años 20. Nunca ha podido trabajar pero ha vivido de la herencia de sus padres hasta los 40 años de edad, y desde entonces ha recibido un subsidio por discapacidad. La Sra. G. creció en un devoto hogar católico y piensa que está destinada a recibir la visita de la Virgen María, como le ocurrió a la niña de Lourdes. Espera constantemente mensajes y pistas que según ella, le revelarán cuándo y dónde tendrá lugar esa visita. Por ejemplo, revisa concienzudamente cualquier cosa que oiga decir a la gente (p. ej. al encargado de la tienda de comestibles o al funcionario de la oficina de correos) para ver si sus palabras tienen significados ocultos y profundos. La Sra. G. sufre casi constantemente episodios de despersonalización y desrealización.

Dice que se siente como si no estuviera conectada a ella misma y como si fuera un personaje de una película. Está fascinada por el tema de las experiencias extracorporales y describe frecuentes episodios de viajes astrales. Su apartamento está lleno de signos y se niega a admitir que los haya estado coleccionando durante años.

Pese a sus raras afirmaciones, la Sra. G no está delirante y es capaz de reconocer que puede equivocarse con sus creencias. Suele pensar que los demás hablan de ella cuando sale de su apartamento, pero reconoce que tal vez sea debido a su rara manera de vestir. Por esta razón, y porque en situaciones sociales se muestra extremadamente incómoda y tímida, generalmente sale sólo de noche para no tener que hablar con los demás o encontrárselos en el ascensor. Entra y sale a hurtadillas de su apartamento, de manera clandestina, y hace su compra a las 3 de la mañana en tiendas que abren las 24 horas, cuando no hay casi nadie allí.

Un tío materno de la paciente tuvo esquizofrenia. Desde muy pequeña ha sido siempre muy tímida y retraída, y dice que siempre ha sido "rara" y que jamás se llevó bien con sus hermanos y hermanas, o con los compañeros de clase. Durante años sus hermanos le han sugerido varias veces que le hacía falta algún tipo de tratamiento psiquiátrico, pero ella siempre se ha negado a aceptarlo. En esta ocasión, la Sra. G llegó a consulta para ser evaluada porque la policía la detuvo después que se apoderara, sin pagar, de una imagen de la Virgen María de una tienda de objetos religiosos, diciendo que algo la impulsaba a cogerla. Cuando el policía insistió en que la Sra. G debía devolver la figura, ella comenzó a discutir, se mostró irritable y amenazó con golpearle. Entonces la esposaron y la llevaron a la sala de urgencias.

La Sra. G tiene cuatro hermanos y dos hermans, quienes de una manera u otra han tratado de mantener contacto con ella en el transcurso de los años, pero la paciente ha rechazado la mayoría de sus propuestas y está enfadada con todos ellos por diversas razones. Dice sentirse mejor sola. Durante los primeros años se la solía invitar a las reuniones familiares por vacaciones, pero al final sus hermanos y hermanas dejaron de intentar que participara en esos encuentros.

Durante los últimos 15 años ha vivido en un aislamiento casi total, salvo por alguna llamada telefónica ocasional que le hace alguno de sus hermanos o hermanas. Son ellos quienes han preparado todo para que pudiera tener el subsidio por invalidez y quienes le proporcionan ropa de segunda mano.


"DSM-IV-TR: ESTUDIO DE CASOS. GUÍA CLÍNICA PARA EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL", de FRANCES, ALLEN y ROSS, RUTH

Mi Alterego

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Keziah Mason
Valencia, Valencia, Spain
Soy Lic. en Psicologia y he trabajado durante 5 años en el ámbito de RRHH. Actualmente estudio un master en Psicología Clínica, Legal y Forense y me interesa todo lo que esté relacionado con ello.
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"Las personalidades son como cuadros impresionistas. A cierta distancia, cada persona parece hecha de una pieza; desde más cerca, constituye un desconcertante entramado de estados de ánimo, cogniciones e intenciones" (Theodore Millon)

“El ego permanece siendo el centro inamovible de su mundo”

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psikotropia@gmail.com

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Psicopatología en el Arte

Aún sin tener una base sólida, pues muchos de estos diagnósticos no están hechos por profesionales, sino a través de su biografía, muchos artistas de gran renombre han padecido trastornos mentales, entre otros:

Cesare Pavese: Depresión
Willem de Kooning: Alzheimer
Giorgio de Chirico: Psicosis
Edvard Munch: Ansiedad Mórbida / Psicosis
Salvador Dalí: Narcisista
Henri Michaux: Trastorno Evitativo
Elfriede Jelinek: Fobia Social
Isaac Newton: Sindrome de Asperger
Lord Byron: Trastorno Bipolar
Schumann: Trastorno Bipolar
Melville: Trastorno Bipolar
Joan Miró: Depresión
Tolstoi: Trastorno Bipolar
Vincent Van Gogh: Trastorno Limite de la Personalidad
Ernest Hemingway: Trastorno Bipolar
Franz Kafka: Trastorno Esquizoide
Virginia Woolf: Trastorno Bipolar
Robert Walser: Trastornos Nerviosos / Alucinaciones Auditivas
Huxley: Trastorno Bipolar
Marc Rothko: Depresión /consumo de sustancias adictivas
Chopin: Trastorno Bipolar
Andy Warhol: Trastorno de Personalidad Antisocial
Roman Gary: Depresión

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