Bienvenidos....

..... a mi blog de Psicologia, en el que pretendo recopilar diversidad de casos clínicos sobre trastornos mentales con la intención de poder estudiar de una forma más práctica cada uno de ellos. ¿Quien no se ha vuelto loco buscando estudio de casos en millones de sitios?
Todos los casos expuestos han sido extraidos de páginas web especializadas, dirigidas a difundir artículos e investigaciones y de libros de psicología clínica. Tan sólo expongo los casos y los clasifico respetando el diagnóstico realizado desde su lugar de origen, pero este blog está abierto a cualquier comentario que pueda definir aún mejor los trastornos o ampliar la información.

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martes, 19 de octubre de 2010

Caso 16: Kim, 23 años

Al comienzo de la entrevista clínica, quedó patente que Kim, de 23 años de edad, no estaba satisfecha con su vida. Cuando se le preguntó qué es lo que más le gustaría que cambiara, Kim exclamó: "Usted es el médico, ¡c´mo quiere que yo lo sepa!". A medida que la entrevista iba transcurriendo, se estableció un patrón básico. Kim se extendía en exceso acerca de todo lo irrelevante para el proceso de tratamiento, y muy poco acerca de lo relevante.

Sus alegaciones de ignorancia sobre sus problemas acabaron demostrando ser un modo de actuación. n cuanto el médico le ofrecía alguna interpretación a sus problemas, Kim afirmaba que no podía ser el caso, o daba información biográfica contradictoria a la que habia aportado anteriormente, además de reprochar al médico: "supongo que usted no puede entenderme mejor de lo que lo hacen los demás". A veces tenía una expresión claramente malhumorada; otras, ocultaba su actitud de oposición tras una sonrisa.

Puesto que Kim sentía una clara ambivalencia respecto a la terapia, fue importante determinar si algo la había obligado a solicitarla. En ese momento, sus gestos y comportamientos cambiaron de repente. Reconoció que no era demasiado feliz y suponía que acudía a terapia para "compensar el hecho de tener tan mal genio". Cuando Kim controló algo más sus emociones y aflojó un poco su resistencia, afirmó que para ella era primordial mejorar la relación con su marido. Afirmaba que necesitaba más espacio emocional, "debo estar volviendome loca, pero yo soy así", decía. "Es un maldito controlador, es tan idiota que ni si quiera lo sabe y yo estoy resentida por ello. No me valora y no me entiende, tan solo quiere que finja ser amable", prosiguió con un a clara hostilidad. "Soy como sería cualquier otra persona si no se sintiera atada al protocolo social y a la falsa cortesía. ¡Y él parecía tan encantador y cariñoso al principio!".

Cuando se le pregunta por sus relaciones familiares, Kim señala que siempre fueron un problema, excepto cuando era muy pequeña. De niña, la consideraban adorable y encantadora. En las reuniones familiares, su madre y su padre alardeaban de ella y se referían a ella como "nuestro orgullo y alegría". Pero a los 10 años su vida cambió. Su madre se quedó embarazada, y anunció que debido a que Kim se estaba convirtiendo en una mujer, a partir de entonces debería dedicarse más a la familia limpiando, planchando, cocinando y lavando platos. Cuando no cumplía sus obligaciones, recibía un duro castigo. "Supongo que hicieron lo que pensaban que era bueno para mi", reflexiona Kim, "pero lo que ellos pensaron que era lo correcto me convirtió en una esclava, mientras trataban a mi hermana como a una diosa. Ella no tenía que hacer nada. Aunque yo me desquitaba. Sabía justo dónde cometer un error".

Según parece, Kim es incapaz de darse cuenta de la relación que existe entre sus primeros años de desarrollo y los problemas que tiene en la actualidad en su matrimonio. Cada vez que se le pregunta algo, incluso aunque favorezca a su plan general, muestra una gran resistencia y se pone a la defensiva. Hacia el final, la sesión degeneró en una "sesión de quejas", ya que Kim se negaba a reconocer sus propios problemas. Los demás son los controladores y ella solo reacciona ante tales injusticias. Al final de la entrevista, pregunta en un tono encubertamente acusador: "se supone que me tendría que encontrar mejor, ¿no es así?".


Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Theodore Millon
miércoles, 22 de septiembre de 2010

Caso 15: "la esposa infiel"

Se trata de una mujer que, próxima a los 50 años de edad, realizó una sobreingesta medicamentosa. Después de recuperarse, confesó a su médico de cabecera que desde hacía 18 meses su marido había empezado a mostrarse cada vez más celoso y a acusarla de infidelidad. Últimamente sus acusaciones resultaban totalmente irracionales y le recriminaba tener múltiples amantes, levantarse de la cama por la noche para acostarse con ellos y comunicarse mediante luces y espejos. Interpretaba las llamadas telefónicas que se equivocaban de número como pruebas "evidentes" de intentos de comunicación, y creía que los coches que cruzaban  de noche su domicilio hacían destellos de luces como señales para ella. Colocó cinta adhesiva y cerraduras en todas las ventanas y puertas, y midió cuidadosamente la posición de todos los muebles de la casa. Cualquier cambio que detectaba desembocaba en una retahíla de acusaciones de infidelidad. Se negaba a aceptar cigarrillos o cualquier tipo de comida que procediera de ella. Durante todo este tiempo su marido nunca intentó agredirla físicamente, y su actividad sexual se mantuvo al ritmo habitual; pero el hombre estaba cada vez más perturbado y abatido y llegó a perder unos 7 kg.

La mujer se sentía tan desdichada por el comportamiento de su marido que llegó a plantearse la separación, pero temía que éste reaccionara de forma violenta. Reconocía que la sobreingesta de fármacos había sido un "grito de ayuda".

El marido fue requerido para una valoración psiquiatrica y se mostró colaborador y dispuesto. Ofrecía explicaciones similares a las de su esposa, aunque advirtiendo que estaba totalmente convencido de su infidelidad. A pesar de su vehemencia y su creencia irrebatible en todas las "pruebas", parecía tener alguna conciencia de que algo fallaba en él. La entrevista con una hija de la pareja que vivía con ellos corroboró la inocencia de la madre y la irracionalidad del padre.

El matrimonio se había mantenido estable hasta el inicio de la problemática actual, aunque cabe señalar que durante su juventud el marido había consumido grandes cantidades de alcohol, llegando a agredir en ocasiones a su esposa. Hacia los 35 años de edad había dejado de beber en exceso y de atacar físicamente a su mujer, mostrándose a partir de entonces como un marido bueno y responsable. Por otra parte, nunca había tomado drogas. Su mujer le describía como una persona "testaruda", pero por lo general no discutían más de la cuenta ni nunca había dado muestras de celos. Habia ido a la escuela hasta el séptimo curso; probablemente su capacidad intelectual se situaba en la zona media-baja de la normalidad. Entre sus antecedentes familiares destacaban varios casos de alcoholismo, aunque ningún otro tipo de trastorno mental.


DSM-IV-TR. LIBRO DE CASOS
SPITZER, ROBERT L.; GIBBON, MIRIAM; SKODOL, ANDREW E.; WILLIAMS, JANET B. W.; FIRST, MICHAEL B.

Caso 14: Estudiante, 25 años

Se trata de una estudiante graduada, de 25 años de edad, que pidió consulta debido a síntomas depresivos y problemas matrimoniales. La paciente llevaba casada 5 años, durante los cuales tanto ella como su marido iban al instituto. Durante los últimos 3 años su rendimiento había sido claramente superior al de su pareja, y ella atribuía este hecho a sus frecuentes e intensas discusiones. Constató que el hecho de que su marido le gritara o le pegara en algún ataque de ira le producía una sensación de excitación sexcual. En ocasiones le provocaba hasta que éste accedía a tener relaciones secuales de una forma brutal, como si la estuviera violando.
La paciente experimentaba esta brutalidad y esta sensación de ser castigada como sexualmente excitante.

Un año antes de la consulta, la paciente había empezado a finalizar las discusiones saliendo violentamente de su casa. En una de estas ocasiones decidió entrar en un "bar de solteros", entabló relaciones con un hombre y le convenció para que le pegara como parte del juego sexual. Constató que aquel "castigo" le resultaba excitante sexualmente, y después de aquello empezó a tener fantasías de estar siendo pegada mientras se masturbaba hasta el orgasmo. La paciente descubrió entonces que disfrutaba recibiendo castigos físicos de hombres desconocidos más que con cualquier otro estímulo sexual. Al ser sacudida o pegada, el juego sexual e incluso la calidad de los orgasmos eran lo más placentero, con diferencia, que había experimentado en toda su vida.

En cualquier caso, estas preferencias sexuales no constituían el motivo de consulta. Se quejaba de ni poder vivir sin su marido, aunque tampoco podia vivir con él. Tenía fantasías relacionadas con el suicidio que emanaban del miedo a que él la abandonara.

Reconocía que su conducta sexual resultaba peligrosa para sí misma y se sentía avergonzada de ella. Desconocía las posibles razones que se ocultaban detrás de sus necesidades sexuales y no estaba segura de someterse a tratamiento debido a que le reportaban mucho placer.


DSM-IV-TR. LIBRO DE CASOS
SPITZER, ROBERT L.; GIBBON, MIRIAM; SKODOL, ANDREW E.; WILLIAMS, JANET B. W.; FIRST, MICHAEL B.

martes, 21 de septiembre de 2010

Caso 13: James, 15 años

James es un chico de 15 años, el segundo de tres hermanos, con una larga historia de retraso o desarrollo anormal. Sus padres hicieron que lo evaluaran porque su comportamiento iba empeorando. Después de unos 2 años, aproximadamente, de esa evaluación, James se ha ido volviendo cada vez más rígido e inflexible y su insistencia en llevar a cabo las rutinas causa muchos problemas. No tiene verdaderos amigos y presenta gran cantidad de idiosincrasias.
Repite una y otra vez determinadas frases de la televisión y está fascinado con los trocitos de cuerda e hilitos. Ha recogido cantidades considerables de esos objetos, e insiste en llevarlos consigo. Cualquier intento por apartarle de ese interés insólito hace que se agite con períodos de temblores corporales o sacudidas de cabeza.

En el examen, James presenta un patrón anormal de interacción social, con escaso contacto ocular y mostrándose relativamente desinteresado en las relaciones sociales. No utiliza expresiones faciales, gestos o posturas corporales para regular la interacción y carece de reciprocidad emocional. Sus padres refieren que tiene grandes problemas para mantener una conversación y que sólo le interesa comentar algunos programas de televisión y su colección de cuerdas. Su lenguaje es estereotipado y repetitivo, de carácter monótono. Sus padres dicen también que cuando el chico está excitado, presenta algunos comportamientos estereotipados y que tiende a adherirse a varias rutinas no funcionales (p.ej., siempre da tres vueltas alrededor de la silla antes de sentarse en ella, práctica observada por el clínico durante la evaluación).
Su área afectiva está altamente constreñida, y su capacidad de introspección y razonamiento es escasa. No se observan ideas delirantes, alucinaciones ni otros fenómenos psicóticos.

James nació en una familia trabajadora después de un embarazo y parto normales. Según su madre, de niño era poco exigente y relativamente tranquilo y, desde las primeras semanas de vida, parecía "diferente". Al contrario de sus dos hermanos, James parecía estar menos interesado en la interacción social. Los cambios motores importantes tuvieron lugar en el momento esperado, pero el desarrollo del lenguaje se retrasó de manera significativa. LLegó a pensarse que James era sordo, pero una audiometría indicó que, en principio, no había alteraciones en su oído. Aunque inicialmente su pediatra afirmaba que era un "hablante tardío", sus padres continuaron preocupándose y a los 36 meses de edad buscaron una nueva evaluación.
En las pruebas, James demostró dispersión en las habilidades de desarrollo con un retraso grave en el lenguaje y en las habilidades cognoscitivas mediadas por el lenguaje, aunque estaba muy cerca del nivel de su edad en algunas habilidades motoras y cognoscitivas no verbales. James decía solo unas cuantas palabras simples que utilizaba para hacer peticiones de comida en lugar de utilizarlas para el contacto social. Era incapaz de seguir órdenes simples y tenía grandes dificultades en tareas que implicaban la imitación.
Destacaba la intolerancia a los cambios. Por ejemplo, insistía en que sus padres siguiera exactamente la misma rutina al irse a dormir cada noche y se agitaba sobremanera si aparecía cualquier  cambio en el patrón habitual. También era muy sensible al entorno inanimado, de manera que, aunque con frecuencia parecía que casi no recordara la voz de su madre, podía sentirse aterrado cuando oía la aspiradora. Su juego consistía en la manipulación de objetos simples con una perseverancia considerable. Una extensa evaluación médica mostró un electroencefalograma y una tomografia computarizada normales. El análisis genético y de cromosomas también fue normal. Como antecedente familiar sólo se detectó, en su hermano mayor, un retraso del habla mucho menos grave.

Como resultado de esta evaluación, a los 3 años se le diagnosticó Autismo infantil. Comenzó un programa intensivo de intervención temprana que le aportó cierta mejoría, sobre todo en términos de vocabulario expresivo. Sin embargo, su habla se caracterizaba por ecolalia, su literalidad extrema y una voz monótona. James tenía problemas con el lenguaje en situaciones sociales.

Durante la edad escolar, el chico adquirió habilidades sociales más diferenciadas, aunque también desarrolló varias conductas autoestimuladoras, básicamente temblores corporales y golpes de cabeza, así como la afición de coleccionar cuerdas. Aunque seguía siendo extremadamente sensible a los cambios en su entorno y se resistía a ellos, se pudo observar un progreso desigual aunque firme. La evaluación psicológica formal a los 10 años de edad reveló una puntuación de CI situada en el intervalo de ligero retraso, son considerable dispersión en los resultados de los subtests. A los 12 años de edad, sus raros intereses y su dificultad para enfrentarse  con situaciones de cambio había disminuido ligeramente y acudía a algunas clases al día en una escuela pública.

Sin embargo, al inicio de la adolescencia, el comportamiento del chico se deterioró, sobre todo después del inicio de un trastorno convulsivo a la edad de 14 años. Se volvió conductualmente más rígido, retornó a su afición infantil de coleccionar materiales raros, y se le hizo difícil centrarse en actividades educativas o laborales.




DSM-IV-TR: ESTUDIO DE CASOS. GUIA CLINICA PARA EL DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
de
FRANCES, ALLEN y ROSS, RUTH
martes, 14 de septiembre de 2010

Caso 12: Peter, el niño prodigio

Peter, el tímido hijo único de unos padres con una escasa escolarización, fue considerado un "niño prodigio" desde sus primeros años de escuela. Siempre había sido empujado por sus padres hacia el éxito, acabó su doctorado en física a los 23 años y era un alumno célebre en su departamento. Sin embargo, las cosas cambiaron. Ocupó varios puestos de nivel intermedio como físico investigador en varias industrias, yendo de una a otra por rencillas y disputas, reclamando que los demás estaban intentando robarle sus ideas.

El padre de Peter también tuvo dificultades considerables en su carrera. Aunque no había recibido una educación formal, tenía gran cantidad de información técnica; trabajaba como asesor para varias empresas, que vieron en alguien con su detallado conocimiento una mente inventiva. Pero estos trabajos no duraron mucho. En menos de un año, dos como máximo, el padre de Peter se alejó de casi todos sus colegas, acusandoles de intentar robarles sus ideas y de no pagarle lo que se merecía. Peter recordó vivídamente las conversaciones en la mesa a la hora de cenar, cuando su padre estaba furioso porque había sido "nuevamente despedido" porque era "demasiado listo para aquel hatajo de tontos".

Siguiendo un patrón similar, la propia arrogancia y el egocentrismo de Peter le estaban causando conflictos con sus supervisores, que pensaban que Peter empleaba demasiado tiempo en sus propios "esquemas secretos" y no el suficiente en el trabajo de la compañia. Cualquiera que hiciera un comentario sobre sus proyectos, aunque fuera de manera constructiva, era tratado con codescendencia. Finalmente, a Peter le asignaron trabajos menos importantes que le hicieron sentir que tanto sus supervisores como sus subordinados se estaban "riendo de él" por no tomárselo en serio.


Casi como venganza, Peter empezó a trabajar en un esquema que "revolucionaría la industria", un nuevo principio termodinámico que, cuando fuera aplicado al mayor producto de la empresa, demostraría ser extremadamente eficiente y económico. Trabajó en privado dirante tanto tiempo como pudo rechazando compartir ninguna de sus ideas con sus "colegas renegados". Después de varios meses de lo que los demás consideraban "una idea brillante", presentó sus planes al presidente de la compañía. Aunque era brillante, el plan no tenía en cuenta ciertos hechos obvios y simples de lógica y economía.

Cuando supo que el plan había sido rechazado, Peter se retiró a su casa y empezó a beber en exceso. Entonces se obsesionó con nuevas ideas proponiendolas en complicados esquemas y formulas a varios oficiales del gobierno e industriales. Siguieron nuevos rechazos, que le llevaron a mayores esfuerzos para recuperarse. No mucho después, perdió todo control y contacto con la realidad. Durante un breve período de tiempo se convenció de que era Niels Bohr, un famoso físico cuántico. Saber si tales delirios de grandeza podrían ser atribuidos a su problema con la bebida y problemas de personalidad, o se explicaban mejor como un desarrollo de su patrón de personalidad paranoide, era una cuestión fundamental para la evaluación clínica.


Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Theodore Millon & Roger Davis
jueves, 2 de septiembre de 2010

Caso 11: Leslie, 22 años

Leslie, de 22 años de edad, es una estudiante universitaria de una facultad local. En la entrevista clínica se muestra claramente avergonzada e incomoda, pero a pesar de ello refiere crisis de angustia tan inmovilizadoras que casi no se relaciona con el mundo externo. Está a punto de iniciar un nuevo semestre y no sabe si será capaz de asistir a clase. El cuadro es siempre le mismo. De repente empieza a notar que su corazón se acelera, comienza a sudar a medida que aumenta su miedo a sufrir un ataque, con lo que su corazón se va acelerando cada vez más y acaba sobrecogida por el pánico.

La vida de Leslie es poco placentera. Intenta trabajar cada día, se ocupa de los recados necesarios, y va a comprar comida alguna que otra semana. Generalmente deja que las cosas se le acumulen y luego intenta hacerlas de golpe para quitárselas de encima. Hace algún tiempo trabajaba como voluntaria en un jardín botánico, con lo cual disfrutaba, aunque nunca ha tenido un trabajo serio. Cuando se le pregunta acerca de su vida social, tiene problemas para mencionar a algún amigo, «Temo no agradar a los demás si llegan a conocerme de verdad!» afrima. Cuando lo dice se le ve profundamente afectada, pero en ningún momento mantiene contacto ocular con el entrevistador. Reconoce que aunque los demás puedan llevar una vida mejor, ella solo desea fervientemente que la dejen sola. Incluso cuando está sentada en clase y los demás se ríen, le cuesta creer que no se estén burlando de ella.

Para poder entender sus síntomas, la historia de Leslie ha de remontarse tiempo atrás. Con frecuencia le recordaban que su nacimiento había sido un accidente, un acontecimiento desagradable por el que «tuvieron que pasar» su madre y su padre. Sus padres nunca le demostraron afecto. «No es que fueran negligentes», afirma rápidamente, «sino que siempre me sentí como una carga para ellos». La vida en su casa nunca fue cálida ni alegre, y muchas veces se quedaba fantaseando encerrada en su habitación., cosa que sigue haciendo en la actualidad.

Y para empeorarlo todavía más, sus padres, que llevaban una vida muy próspera, tenían unas expectativas muy elevadas para ella, con lo cual solían ser demasiado críticos, incluso con los errores más insignificantes.
Debido a su timidez, tuvo que soportar constantemente las burlas crueles de otros niños, que supuestamente fueron el origen de su conciencia devaluada que ha permanecido desde entonces. Incapaz de defenderse, se aisló socialmente con tal de volverse más insignificante e imperceptible para los demás.

Cuando se le pregunta por sus relaciones, Leslie hace referencia a un único novio, cuando cursaba estudios en el instituto. «Incluso entonces», afirma, «tenía miedo de ser yo misma o de expresar cualquier tipo de opinión sobre mi misma. Tenía miedo de que él me dejara». Cuando se le pregunta por el matrimonio, Leslie admite que sueña con que se le acepte sin condiciones, pero duda que le pueda ocurrir alguna vez. En vez de ello prefiere estar sola, «donde estás segura, donde nadie puede ver tus faltas y mucho menos juzgarte o criticarte. Si ocultas lo que sabes, al menos no tienes por qué preocuparte de sentir vergüenza».





Trastornos de la personalidad en la vida moderna, Theodore Millon & Roger Davis.

Caso 10: A.L., 29 años

A.L. es un programador de sistemas quien hace un mes había estado incapacitado porque hizo un intento de suicidio, regresó a su trabajo con un buen estado de ánimo. Sus compañeros de trabajo notaron que estaba especialmente feliz y energético, saludando a todos. Unos cuantos días después, durante la hora del almuerzo, A.L. compró un pastel enorme e insistió en que sus compañeros de trabajo comieran un poco. Al principio todos estaban sorprendidos y divertidos con sus payasadas, pero dos compañeros se empezaron a mostrar irritados porque no le dedicaba casi tiempo a sus actividades en la oficina, se distraía con cualquier cosa, se le olvidaban sus responsabilidades, y vivía incumpliendo sus horarios laborales con la excusa de no saber en que horas está ni el día de la semana en que anda, pues anda “pensando en muchas cosas mas importantes”.



El gerente de la oficina decidió hablar con A.L. acerca de la preocupación de sus colegas, y éste se mostró muy “extraño”, se subió encima de un escritorio, agitaba los brazos y empezó a gritar: “¡Escuchen, escuchen!, ¡ No estamos trabajando en los aspectos más importantes de nuestros datos! Lo sé, ya que he eliminado los virus de mi mente, borrar reprogramar, saben lo que quiero decir. ¡ Tenemos que examinar el programa total basados en la entrada!”. Luego empezó a decir groserías y a tratar con palabras obscenas a algunas de las secretarias. El gerente al ver esto, trató de calmarlo y como no pudo, amenazó con despedirlo, y A.L. le gritó y lo llamó “tonto incompetente, si yo controlo esta empresa, usted no me puede despedir”. Su habla era rápida y cada vez se le entendía menos, amenazó con romper todo, y levantó una silla del piso, y decía que había que “destruir a los intrusos del espacio que se asomaban por las ventanas” y enseguida se quedó inmóvil y colocando una mano en su oído a manera de escucha dijo: “escuchan?, ya están llegando y me dicen que nos van a acabar por no haber acordado los aspectos esenciales de los chis reprogramables contraintrups catriados de triple crats” en ese momento unos compañeros lo agarraron y lo tumbaron al piso mientras que él seguía gritando y luchando. Dos policías se lo llevaron esposado para impedir sus movimientos y tuvieron que hospitalizarlo.



La familia de A.L. reporta que él no era así, que hace como seis meses empezó a tener cambios de ánimo, y que de pronto empezaba a comprar muchas cosas y a salir mucho de la casa de noche. Cuando estaba en casa no dormía y se la pasaba colocando música muy fuerte y cantando toda la noche, no dormía y al otro día estaba como si hubiera descansado toda la noche, “lleno de energía”. En una ocasión, saltó por la ventana del segundo piso, pues expresaba que ”quería sentir el viento corriendo por su cara en dirección de caída libre”.



http://anormalidades1.scriptmania.com/CASOS%20CLINICOS%20PARA%20EJERCITAR.htm

Mentes Atormentadas

León Tolstoi
“La vida no tenía para mí ningún sentido. Cada día de mi vida, cada paso en ella me iban acercando al borde de un precipicio desde donde veía ante mí claramente la ruina final. Detenerme o retroceder eran dos imposibles; ni podía tampoco cerrar los ojos para no ver el sufrimiento que era lo único que me aguardaba, la muerte de todo en mí, hasta la aniquilación. Así yo, hombre sano y dichoso, fui llevado a sentir que no podía vivir más, que una fuerza irresistible me estaba arrojando a la tumba.”

Virginia Woolf
“Esto me sorprende ¿qué son estos ataques repentinos de total agotamiento? Vengo aquí a escribir; no puedo ni acabar una frase; estoy arrastrada hacia abajo; ahora estoy sintiendo este indefinible impulso: ¿el subconsciente derribándome hacia su interior? ¿Qué es lo que me sucede? No sé exactamente. Pues yo no me estoy evadiendo de nada. No. Creo que el esfuerzo de vivir en dos esferas; la novela y la vida, es una tensión…”

Vincent Van Gogh
“En sus últimos años, este pintor holandés trabajaba para protegerse de la locura total: “El trabajo me distrae la mente”, escribía, “y debo tener alguna distracción”. Tras un ataque de “alucinaciones insoportables” escribió a su hermano: “Déjame seguir tranquilamente mi trabajo; si es un poco loco, tanto peor”. Al final, Van Gogh prefirió la muerte al sueño de la razón y se pegó un tiro después de pintar.

Franz Kafka
"Como no soy más que literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa, mi empleo nunca podrá entusiasmarme pero sí puede destrozarme por completo. Ahora compáreme con su hija, una chica sana, alegre, natural, fuerte... la verdad es que conmigo, según mis previsiones, tendrá que ser desgraciada. Soy una persona retraída, callada, insociable y descontenta. De la vida que llevo en casa pueden sacarse al menos algunas conclusiones. Vivo en medio de la familia, entre las personas más buenas y cariñosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he hablado en los últimos años ni siquiera veinte palabras al día por término medio; con mi padre casi nunca he intercambiado más que los buenos días. Con mis hermanas casadas y mis cuñados no cruzo palabra y eso que no estamos enfadados."
miércoles, 1 de septiembre de 2010

Caso 9: Sra. G., 60 años

La Sra. G es una mujer de 60 años que nunca ha estado casada y vive sola con 13 gatos. Su aspecto es raro, y su comportamiento, obviamente, excéntrico. Aunque resulta cautivadora y simpática, cualquiera que la vea piensa inmediatamente que es "diferente". Va vestida de una manera estrafalaria, con ropas de muchos colores, en un estilo ecléctico que recuerda a los años 20. Nunca ha podido trabajar pero ha vivido de la herencia de sus padres hasta los 40 años de edad, y desde entonces ha recibido un subsidio por discapacidad. La Sra. G. creció en un devoto hogar católico y piensa que está destinada a recibir la visita de la Virgen María, como le ocurrió a la niña de Lourdes. Espera constantemente mensajes y pistas que según ella, le revelarán cuándo y dónde tendrá lugar esa visita. Por ejemplo, revisa concienzudamente cualquier cosa que oiga decir a la gente (p. ej. al encargado de la tienda de comestibles o al funcionario de la oficina de correos) para ver si sus palabras tienen significados ocultos y profundos. La Sra. G. sufre casi constantemente episodios de despersonalización y desrealización.

Dice que se siente como si no estuviera conectada a ella misma y como si fuera un personaje de una película. Está fascinada por el tema de las experiencias extracorporales y describe frecuentes episodios de viajes astrales. Su apartamento está lleno de signos y se niega a admitir que los haya estado coleccionando durante años.

Pese a sus raras afirmaciones, la Sra. G no está delirante y es capaz de reconocer que puede equivocarse con sus creencias. Suele pensar que los demás hablan de ella cuando sale de su apartamento, pero reconoce que tal vez sea debido a su rara manera de vestir. Por esta razón, y porque en situaciones sociales se muestra extremadamente incómoda y tímida, generalmente sale sólo de noche para no tener que hablar con los demás o encontrárselos en el ascensor. Entra y sale a hurtadillas de su apartamento, de manera clandestina, y hace su compra a las 3 de la mañana en tiendas que abren las 24 horas, cuando no hay casi nadie allí.

Un tío materno de la paciente tuvo esquizofrenia. Desde muy pequeña ha sido siempre muy tímida y retraída, y dice que siempre ha sido "rara" y que jamás se llevó bien con sus hermanos y hermanas, o con los compañeros de clase. Durante años sus hermanos le han sugerido varias veces que le hacía falta algún tipo de tratamiento psiquiátrico, pero ella siempre se ha negado a aceptarlo. En esta ocasión, la Sra. G llegó a consulta para ser evaluada porque la policía la detuvo después que se apoderara, sin pagar, de una imagen de la Virgen María de una tienda de objetos religiosos, diciendo que algo la impulsaba a cogerla. Cuando el policía insistió en que la Sra. G debía devolver la figura, ella comenzó a discutir, se mostró irritable y amenazó con golpearle. Entonces la esposaron y la llevaron a la sala de urgencias.

La Sra. G tiene cuatro hermanos y dos hermans, quienes de una manera u otra han tratado de mantener contacto con ella en el transcurso de los años, pero la paciente ha rechazado la mayoría de sus propuestas y está enfadada con todos ellos por diversas razones. Dice sentirse mejor sola. Durante los primeros años se la solía invitar a las reuniones familiares por vacaciones, pero al final sus hermanos y hermanas dejaron de intentar que participara en esos encuentros.

Durante los últimos 15 años ha vivido en un aislamiento casi total, salvo por alguna llamada telefónica ocasional que le hace alguno de sus hermanos o hermanas. Son ellos quienes han preparado todo para que pudiera tener el subsidio por invalidez y quienes le proporcionan ropa de segunda mano.


"DSM-IV-TR: ESTUDIO DE CASOS. GUÍA CLÍNICA PARA EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL", de FRANCES, ALLEN y ROSS, RUTH
miércoles, 18 de agosto de 2010

Caso 8: Sr. P, 46 años

El Sr. P es un fontanero de 46 años que acude a consulta a raíz de la insistencia de su mujer, una camarera de 32 años extremadamente atractiva, que está aterrorizada por sus estallidos temperamentales. El Sr. P y su esposa llevan 4 años felizmente casados e incluso están planteándose la posibilidad de tener hijos. El Sr. P ama con locura a su joven y bella esposa pero está preocupado por hacerse viejo, temiendo perder sus capacidades físicas y no ser capaz de conservar el afecto de su mujer. A menudo tiene la sensación de que su esposa se está cansando de él y se siente muy celoso de los hombres con los que ella se relaciona en su trabajo. Al Sr. P. le gustaría que cambiara su ocupación, aunque en el restaurante de lujo en que está empleada gane más dinero del que podría lograr haciendo cualquier otro trabajo.

La esposa del Sr. P refiere que su matrimonio ha sido feliz a pesar de discusiones ocasionales y que no hay ningún motivo que justifique los celos de su esposo, pero que «si sigue mostrando esta agresividad tendré que dejarle». Dice que, de repente el Sr. P, pierde el control y «se convierte en otra persona». En una ocasión empezó a romper los muebles porque ella llegó a casa un poco más tarde de lo habitual y él estaba convencido de que su mujer había estado con otro hombre. En otra ocasión rasgó la mayoría de su ropa porque vestía de forma excesivamente provocativa. La Sra. P. refiere que, cuando se producen estos episodios no sirve de nada intentar razonar con él o detenerle porque se enciega en esa conducta a pesar de lo que ella diga o haga. El Sr. P está preocupado porque parece que estos episodios se van haciendo cada vez más frecuentes. Dice que recuerda todo lo que hace durante estos episodios y que después siente un tremendo remordimiento  y le parece increible que lo haya hecho, pero que cuando uno de esos «arrebatos» se apodera de él, «es incapaz de contenerse». Ni el Sr. P ni su esposa beben alcohol, ni utilizan otro tipo de sustancias.


Estudio de casos: Guia Clinica para el diagnostico diferencial; Escrito por Allen Frances, Ruth Ross, R. Ross

Caso 7: Harry G., 57 años

El señor G. era más bien bajo, delgado y bastante bien parecido pero algo ojeroso con apariencia tensa e indecisa en la primera entrevista con su médico. Hacía varias semanas que estaba sin trabajo, ya que la fábrica en la que había trabajado durante los últimos 15 años había cerrado. Parecía menos desanimado por la pérdida de su empleo que por el disgusto de su mujer desde que había decidido estar en casa «hasta que salga algo». Ella pensó «debe de estar enfermo» e insitió en que visitara a un médico. La siguiente descripción proviene de la recopilación de varias entrevistas:

El señor G. había nacido en Europa, era el hermano mayor y el único varón de una familia de seis hijos. Como era costumbre en su grupo étnico, el hijo mayor fue mimado y sobreprotegido. Su madre le protegía, evitandole esfuerzos y limitando sus responsabilidades; de hecho, ella le privó de su desarrollo en muchas de las habilidades físicas ordinarias y responsabilidades que la mayoría de chicos aprenden en el curso de su crecimiento. Fue tratado como si fuera una reliquia de la familia, como una estatua frágil que se tenía que guardar en una vitrina y no tocarlo nunca por miedo a que se rompiera. Siendo como era menudo y no asertivo por naturaleza, aceptó la confortabilidad de este rol de una manera callada y sumisa.

Su vida transcurrió sin incidentes hasta que le llamaron para el servicio militar. A pesar de todo tipo de maniobras por parte de su madre, fue llevado al campamento, sacándole literalmente de su casa. No pasó más de una semana, durante la cual él experimentó una angustia considerable, hasta que su hermana mayor sobornó a un guardia para entrar en el campamento y se lo llevó a casa de un familiar que vivía alejado. Los registros del Gobierno, en cuya armada él tenía que servir, estaban tan desorganizados que fue capaz de volver a su casa varios meses después sin que los oficiales se dieran cuenta de la falta de cumplimiento de sus obligaciones militares.

Sus padres le organizaron un matrimonio. Su mujer era robusta, trabajaba como costurera, cuidaba de su casa y le crió cuatro hijos. El señor G. realizó una serie de trabajos ocasionales en el taller de sastrería de su padre. Su madre se encargó de que no tuviera que hacer un trabajo duro o sucio, sólo ayudar o controlar a los otros empleados. Como consecuencia, el señor G. no aprendió ninguna de las técnicasdel trabajo de sastrería.

Poco antes del inicio de la segunda guerra mundial, el sñor G. visitó a dos de sus hermanas que previamente habían emigrado a Estados Unidos; cuando se iniciaron las hostilidades en Europa no fue capaz de regresar a casa. Todos los miembros de su familia, a excepción de su hijo menor, perecieron en la guerra.
Durante los siguientes años obtuvo un empleo en una factoría textil de sus cuñados. De nuevo sirvió de auxiliar, no de obrero cualificado. Aunque él era un desastre, mantuvo una actitud amistosa y de ayuda con sus compañeros, contentándolos y yéndoles a buscar bocadillos, café o cigarros.

Se casó de nuevo con una mujer maternal y trabajadora que aportaba la mayoría de los ingresos familiares. Poco después, el hijo de su primera mujer emigró al país. Aunque su hijo tenía sólo 19 años, se encontró pronto dirigiendo los asuntos de su padre.

El señor G. nunca se preocupó por su fallo en madurar y pareció contentarse con que los demás le cuidaras aunque esto significara verse humillado y ridiculizado de manera ocasional. Su dificultad actual se inició cuando la fábrica cerró. Faltándole las capacidades de un trabajador cualificado y la iniciativa para obetener un nuevo puesto de trabajo, se «decidió» a quedarse en casa, satisfecho de depender de los demás.


La personalidad y sus trastorno, Theodore Millon y George S. Everly, Jr.

Caso 6: Mujer de 62 años

RESUMEN:
Se trata de una mujer de 62 años en tratamiento psiquiátrico desde los años 90 por cuadro de ansiedad y depresión. Diagnosticada en 2005 de Trastorno distímico, habiendo realizado varios intentos autolíticos, requiriendo en dos ocasiones ingreso en Unidad de Agudos de Psiquiatría y en Medicina Intensiva por intentos autolíticos graves. Ha recibido tratamiento a nivel ambulatorio con distintas benzodiacepinas y antidepresivos y tratamiento psicológico de forma irregular. La paciente presenta rasgos anormales de personalidad que marcan la evolución del trastorno de base (trastorno distímico) y que en ocasiones, hace cuestionarse al terapeuta este diagnóstico y el significado de los diversos intentos de suicidio.

INTRODUCCIÓN:
Se presenta un caso clínico de una paciente con ideación suicida recurrente, para tratar de forma concreta los puntos básicos en la evaluación y tratamiento de este tipo de pacientes, un tipo de pacientes frecuentes en las urgencias psiquiátricas. Convendría en primer lugar diferenciar entre los siguientes términos que nos pueden llevar a confusión. En primer lugar, Suicidio se refiere a la muerte que resulta de un acto suicida; Intento suicida sería cualquier acto suicida cuyo resultado no fue la muerte y por último Ideación suicida concierne a los pensamientos, planteamientos o deseos de cometer un suicidio. El sujeto puede tener distintas formas de presentación de la Ideación suicida: sin planteamiento de acción, con un método inespecífico o indeterminado, con un método específico pero no planificado o bien, con un plan suicida que incluye elección de un método específico, un lugar determinado y toma precauciones para no ser descubierto.


CASO CLINICO

Mujer de 62 años que ingresa en una Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Agudos tras realizar un intento de autolisis.  

Historia biográfica
Se trata de una mujer de nacionalidad española, casada, con varios intentos de separación del marido y con dos hijos. Es ama de casa, ha realizado trabajos no cualificados. Obtuvo el Graduado Escolar.


Antecedentes personales médicos
Alergia a la penicilina. Fumadora de 10 cigarrillos/día. Hipoxia neonatal, desarrollo psicomotor normal. Fibromialgia. Artrosis rodillas.  


Antecedentes personales psiquiátricos
Es diagnosticada de síndrome depresivo y ansiedad hace unos 20 años. Presenta un episodio hipertímico tras su segunda separación matrimonial transitoria. En este episodio la familia refería cambios de conducta del tipo: consumo excesivo de bebidas energéticas, chateo muy frecuente y gastos económicos excesivos. Tres años más tarde sufre una metrorragia funcional e inicia tratamiento con anticonceptivos a altas dosis, con empeoramiento del cuadro clínico habitual: ánimo triste, apatía, ansiedad, miedos e ideación autolítica con primer gesto autolítico mediante ingesta medicamentosa y alcohol. Unos meses más tarde ingiere de nuevo psicofármacos con fines autolíticos. En estos intentos autolítiocos se observan rasgos anormales de personalidad en esta paciente. Cinco meses más tarde, se procede a su primer ingreso en la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Agudos. El motivo del ingreso es por presentar ideación autolítica persistente tras haber hecho una ingesta de psicofármacos. Se asocia a sintomatología de depresión endógena, crisis de ansiedad diarias, ideación autolitica, fobias de pulsión, rumiaciones obsesivas y rasgos anormales de la personalidad de tipo neurótico, según consta en la historia clínica de la paciente. Existe un deterioro de la vida cotidiana y de las relaciones interpersonales. Es diagnosticada de Distimia y Trastorno neurótico de la personalidad. Dos años más tarde, tras ruptura matrimonial, permanece unos meses con una discreta euforia, posteriormente se mantiene la mayor parte del tiempo deprimida (no disponemos de más datos clínicos al respecto). En este momento se plantea el diagnóstico de Trastorno Bipolar en la Unidad de Salud Mental por la sintomatología depresiva e hipertímica episódica presentadas hasta el momento, junto con la información que aporta la paciente, en cuanto a la posibilidad de un diagnóstico de Trastorno Bipolar en dos de sus hermanas. Durante estos años de seguimiento en la Unidad de Salud Mental acude de forma regular a las consultas con psiquiatría pero de forma irregular a las consultas con psicología hasta cesar éstas últimas por iniciativa propia, comentando que no le gustaban los consejos que le daba el psicólogo.  


Antecedentes psiquiátricos familiares
- Padre con alcoholismo y epilepsia.
- Primo hermano fallecido por suicidio mediante precipitación.
- Una hermana diagnosticada de Trastorno de personalidad.
- Otras dos hermanas sintomatología ansiosa o somatoforme y una de ellas, síndrome de colon irritable, en las que posteriormente se establece la impresión diagnóstica de Trastorno Bipolar (no disponemos de informes clínicos).  


Enfermedad actual
Realiza nuevo gesto autolítico y es ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos y posteriomente en el servicio de Medicina Interna por haber sido encontrada inconsciente en su casa, con varios blisters vacíos de antidepresivos y benzodiacepinas y con 2 botellas de alcohol (whisky y ron). En días previos había avisado de su intención de suicidarse y se encuentraron cartas de despedida en su domicilio. Se solicita interconsulta al servicio de Psiquiatría tras 6 días de ingreso y en aquel momento se constata un ánimo depresivo reactivo a separación matrimonial y pérdida de recursos económicos, sin ideas de autolisis. Se diagnostica de Trastorno Histriónico de la Personalidad y Trastorno distímico. Tres días después del ingreso hospitalario se hace revisión psiquiátrica a nivel ambulatorio, se añade tratamiento con sales de litio 600mg/día, bajo la sospecha de Trastorno Bipolar. Cinco días más tarde, es ingresada en Neurocirugía. El ingreso en este servicio hospitalario es motivado por una lesión craneal derecha penetrante autoprovocada mediante introducción de una punta de broca. Se realiza también múltiples lesiones por abrasión en mama izquierda con el mismo objeto. Se realiza una primera interconsulta al servicio de Psiquiatría 5 días tras la producción de las lesiones y se observa un ánimo deprimido, no ideación autolítica, realizando crítica del gesto autolítico. No se recomienda el ingreso en la Unidad de Psiquiatría en ese momento. Se realiza seguimiento por parte de psiquiatría durante el ingreso hospitalario y en dos días reaparecen las ideas autolíticas, con amenazas de repetir gestos autolíticos y mostrando actitudes histriónicas. Se aconseja traslado a la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica.

Exploración psicopatológica
Consciente y orientada en tiempo, espacio y persona. Presenta un buen aspecto físico. Se objetiva un contacto pueril y actitud manipulativa durante la entrevista. Refiere apatía y tendencia al llanto, así como astenia. Presenta un estado de ánimo distímico con labilidad afectiva, ideas de minusvalía personal y desesperanza. Existen rumiaciones obsesivas e insomnio crónico. Verbaliza ideas de muerte pero sin planes autolíticos concretos. Se objetivan rasgos de personalidad de tipo neurótico (inseguridad, baja autoestima, dependencia..). No presenta ideación delirante ni alteraciones perceptivas. No refiere síntomas psicóticos de primer rango. No se observan trastornos del movimiento. Juicio de realidad conservado.  

Evolución en el ámbito hospitalario
Permanece ingresada durante diez días en la Unidad de Psiquiatría. En los días iniciales, refiere tristeza, aunque objetivamente durante la entrevista no lo aparenta, incluso llega a reírse, e impresiona de estado de ánimo distímico con buena reactividad afectiva. Presenta rumiaciones obsesivas entorno a los problemas de relación con su marido, que reconoce como desencandenante de su situación clínica psiquiátrica, demuestra su necesidad de permanencia a su lado, de miedo a la soledad, de necesidad de aprobación por parte de su marido y de ayuda de otros para la toma de decisiones. Mantiene una actitud pueril y manipulativa la mayor parte del tiempo de estancia hospitalaria, en ocasiones con el fin de evitar la asunción de responsabilidades domésticas y obtener la reconciliación con su marido. En los grupos terapéuticos tiende al egocentrismo en la producción verbal, a centralizar la sesión grupal con quejas somáticas inespecíficas y nada consistentes, mostrando una actitud infantiloide. Realiza continuamente preguntas sobre su tratamiento, insiste en la imposibilidad de poder dormir o reducir su ansiedad con ningún tipo de medicación, terminando en llanto en alguna de estas conversaciones entorno a este tema. Reiterativa con este tema, muy demandante, en ocasiones exigente y controladora. En cuanto a las ideas de muerte, sin planes autolíticos concretos ni estructurados, van desapareciendo progresivamente, realizando una crítica completo del gesto autolítico realizado y verbalizando planes de futuro positivos.


Juicio diagnóstico y tratamiento
En base a la clínica que presenta la paciente, los rasgos de personalidad que destacan y el test de personalidad realizado, se mantiene el diagnóstico de Trastorno distímico y se añade el Trastorno mixto de la personalidad (cluster B y C).  


Evolución en el ámbito ambulatorio
La paciente permanece estable tras el alta hospitalaria con el mismo tratamiento farmacológico, excepto las sales de litio que se retiran por un hipotiroidismo yatrógeno. Pasado más de un año la paciente procede a la separación de su marido de forma definitiva. En la consulta de un mes más tarde se encuentra bien de ánimo, tranquila, viviendo sola, saliendo con sus amigas, sin problemas de sueño, disfrutando de sus actividades de ocio, de las relaciones sociales y familiares con sus hijos. Dice no haber tenido ideas de muerte ni de autolisis de forma reciente.


DISCUSIÓN: Se ha comentado un cuadro clínico que inició en sus primeros años con clínica claramente depresiva y posteriormente hipertímica ocasionalmente. Los episodios hipertímicos no requirieron ingreso hospitalario, no se llegaron a constatar por parte de un terapeuta, por lo que no tenemos suficientes datos ni personales ni familiares que apoyen un diagnóstico con certeza de Trastorno Bipolar, por lo que se mantiene el de Trastorno distímico por cumplir criterios diagnósticos. En cuanto a los rasgos de personalidad, destacando únicamente en el Inventario Clínico Multiaxial de Millon III el trastorno dependiente de personalidad, se objetivan durante los ingresos hospitalarios rasgos de personalidad de tipo histriónico y obsesivo. Nuestra paciente realiza numerosos intentos de autolisis y algunos de ellos de relevante gravedad (alta letalidad), como fue el último intento de autolisis con la introducción de una punta de broca en el cráneo. Hay que tener en cuenta el verdadero significado e intencionalidad de cada intento de autolisis aun con una alta letalidad de éste, así como el resto de factores como preaviso del intento de autolisis, la planificación previa, el carácter impulsivo del intento de autolisis, etc. Es importante, como vemos en nuestra paciente, la existencia o no de un acontecimiento vital estresante como desencadenante de la ideación autolítica, que habitualmente son los conflictos de pareja, y el consecuente cambio de las circunstancias en el entorno familiar tras cada intento de suicidio. Hay que destacar el antecedente previo de suicidio en un familiar, como posible método de afrontamiento de situaciones difíciles aprendido en el medio familiar y a nivel personal para solucionar sus conflictos conyugales. A nivel terapéutico, se intentó hacer hincapié en identificar y modificar las estrategias habituales de la paciente para el afrontamiento de situaciones difíciles, potenciar su autoestima, reestructurar ideas distorsionadas y enseñar cómo controlar la impulsividad y ansiedad.


MANEJO ANTE PACIENTE CON IDEACIÓN SUICIDA: A PROPÓSITO DE UN CASO CLÍNICO 11º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis 2010 www.interpsiquis.com - Febrero-Marzo 2010 Descarga de archivo completo: http://www.psiquiatria.tv/bibliopsiquis/bitstream/10401/1004/4/21cof1145523.pdf

Caso 5: John Marshall, 32 años

John Marshall, blanco, soltero y de 32 años de edad, fue enviado para una exploración psiquiátrica por el tribunal de menores antes de determinar sus derechos de paternidad sobre su hijo de 7 años de edad, Richard. Los servicios de protección de menores habían tratado el caso del Sr. Marshall durante 7 años, período en el que él se había saltado las normas. Durante este tiempo había sido denunciado una vez por abuso físico de un menor (aunque no se trataba de su hijo) y dos veces por abusar de su mujer. No tenía otros problemas judiciales.

Los servicios de protección de menores empezaron a trabajar con el Sr. y la Sra. Marshall cuando su hijo todavía vivía con ellos. No obstante, cuando el niño tenía 3 años empezó a tener miedo al agua, se constató que no le habían educado en materia de higiene, se mostraba extremadamente retraído, incapaz de jugar y tenía lesiones en ambos nervios ópticos, sospechándose que había sido repetida y severamente maltratado de pequeño. Actualmente, el niño es legalmente ciego. A los 3 años de edad, Richard fue remitido a una familia adoptiva. Se descubrió que su padre natural le había encerrado muchas veces en el lavabo y durante muchas horas, y que éste había impedido a su mujer que tuviera cuidado del niño.

Puesto que Richard fue asignado a una familia adoptiva, se esperaba que su padre le ayudara económicamente. El Sr. Marshall tiene un empleo estable, pero no ha pagado ningún gasto a su hijo ni nunca le ha comprado un regalo. Se sabe que dispone de algunos ingresos extra, pero suele gastarlo en revistas, como por ejemplo, el soldado de la fortuna, o en cultivar directamente su interés por las artes marciales. Está fascinado por las pistolas, navajas y otras armas, que describe como «los instrumentos de su status». Siente devoción por estos «juguetes» y refiere que «le suben la adrenalina». Tiene fantasías de llegar a ser un mercenario e incorporarse en la Legión Extranjera.

El Sr. Marshall admite sin reparos haber pegado a dos niños, de 6 y 7 años respectivamente, a los cuales debía en teoría cuidar, pero a quienes en cambio apaleaba y producía hematomas. Justifica estas palizas debido a que uno de los dos niños le mintió. Cuando visita a su hijo se dirige a él con los nombre de «mocoso» o «rata rastrera». Delante de Richard describe con gran detalle sus abusivos métodos de educación y juega con navajas afiladas durante estas discusiones. Cuando fue remitido a un cursillo de padres para mejorar su relación con Richard, distraía a otros miembros de la clase contando largos y dramáticos relatos sobre diversos hechos desviados, como, por ejemplo, partir el cuello de los gansos del parque de la ciudad. Finalmente se le invitó a abandonar estas clases.

El Sr. Marshall conoció a su mujer legal cuando ella trabajaba en un salón de masajes. Ésta intentó en varias ocasiones dejarle, pero él la seguía a todas partes y le causaba tantos problemas en los lugares donde ella se mudaba que finalmente ésta tuvo que ceder. Al mismo tiempo la hostigaba en el trabajo y la amenazaba repetidamente de promover su despido si osaba abandonarle. De hecho, precipitó que la despidieran en varias ocasiones. Por ejemplo, llamaba a su lugar de trabajo y le decía a su jefe que él era un detective privado y que la estaba investigando por desfalco, fraude o abuso de menores (todas estas acusaciones eran falsas). Poco después de que ella lo abandonara por última vez, el Sr. Marshall llamó a su trabajo y dejó un mensaje diciendo que él era un representante de la familia de adopción donde su hijo estaba viviendo, y que Richard había sido herido de muerte en un accidente de coche (información que era falsa). Finalmente, la Sra. Marshall le puso una denuncia acusándole de abuso.

El Sr. Marshall encontró a una nueva compañera en los cursillos de padres. Poco después de irse a vivir juntos empezó a abusar de ella y ésta acabó poniéndole una nueva demanda. Él continuó hostigandola, siguiendola al trabajo; llamándola por teléfono a la oficina y causándole un problema tras otro. En una ocasión, la siguió al trabajo, la arrinconó en una habitación desprovista de ventanas y empezó a hacer una demostración de «llaves de karate» contra los objetos de la estancia, amenazándola de hacer lo mismo con ella. De hecho no llegó a tocarla.

El Sr. Marshall es el mayor de seis hermanastros. No mantiene ninguna relación con su padre natural. Su padrastro había sido militar de carrera, y debido a ello toda la familia estaba sometida a continuos cambios de residencia. Niega haber maltratado a su madre durante su infancia, pero dice que su padrastro tenía un temperamento violento y en ocasiones le pegaba sin ningún motivo. Estas peleas daban lugar a cortes y hematomas. El Sr. Marshall empezó a interesarse por el karate a la edad de 14 años como forma de defenderse contra las iras de su padrastro.

Niega haber tenido problemas de conducta en el ámbito familiar o escolar durante su infancia o adolescencia. Obtuvo una media de notable en el instituto y tomó parte en varias actividades deportivas. No obstante, nunca sintió que se había ganado el reconocimiento o elogios de su padrastro. Una vez acabada su etapa en el instituto, cursó 2 años de universidad en la facultad de ciencias policiales.

El Sr. Marshall no tiene problemas con las drogas o el alcohol, y no existen indicios de que algún miembro de la familia los haya tenido. No tiene conciencia de haber estado deprimido en ningún momento de su vida, y nunca ha realizado ninguna tentativa de suicidio. Se siente inustamente tratado por los servicios de protección de menores y por el tribunal de menores. Aunque los servicios de asistencia social informan que hostiga a la madre adoptiva, al asistente social y a su propia abuela, cree que los servicios de protección de menores la han tomado con él.

Cree que las acusaciones contra él son insignificantes o infundadas y que finalmente obtendrá la custodia de su hijo. Ríe cuando se le recuerda que su hijo tiene graves problemas de visión y que nunca verá lo suficientemente bien como para conducir.

Durante la entrevista, el Sr. Marshall se muestra algo reivindicativo, intentando manipular las horas de visita por las noches o los fines de semana. Intenta humillar al asistente social del caso y a su ex-mujer, aunque no al psiquiatra. La exploración de su estado mental resulta normal en lo que se refiere a la capacidad cognoscitiva, de abstracción, concentración y de conocimientos generales, aunque se detecta una pobre capacidad de juicio.


El patrón persistente de conductas crueles y agresivas del Sr. Marshall sugieren el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad. Sin embargo, niega los antecedentes infantiles típicos de este trastorno (p.ej. absentismo escolar, peleas, drogas y problemas de conducta en la escuela) que se requieren para efectuar este diagnóstico. Como adulto, el Sr. Marshall es cruel físicamente, humilla y rebaja a otras personas, utiliza duros métodos de disciplina, miente con el propósito de perjudicar a los demás y está fascinado por las armas y la violencia. Cuando este tipo de conducta constituye la patología predominante de la personalidad y no persigue el propósito de lograr excitación sexual (como en el sadismo sexual), se efectúa el diagnóstico de trastorno pasivo-agresivo de la personalidad. Los profesionales de la salud mental raramente se encuentran con idndividuos que presenten este trastorno, excepto cuando son enviados, como en este caso, debido a procesos judiciales en los cuales se ven implicados por haber abusado del cónyuge (en la mayor parte de casos se trata de hombres) o de menores. En el ámbito forense, este trastorno no es raro, particularmente entre los individuos que han perpetrado delitos violentos contra personas.


DSM - IV - TR. Libro de casos. Robert L. Spitzer

lunes, 16 de agosto de 2010

Caso 4: John W., 45 años

La compañía para la que trabaja el señor W. contrató un servicio de consulta para que sus ejecutivos de nivel medio y alto "hablen sobre sus problemas personales"de forma regular con psicologos. Al señor W. se le aconsejó la utilización de este servicio debido a sus repetidas dificultadescon sus subordinados. Había sido acusado de ser "rudo" con sus secretarias y excesivamente exigente con los ingenieros y técnicos directamente responsables ante él. La validezde estas acusaciones fue atestiguada por el rápido cambio de personal  en su departamento y por las frecuentes solicitudes de traslado entre su personal.

El señor W. era un hombre alto, fornido, musculoso pero con algo de barriga, los rasgos duros, manos gruesas y modales bruscos. Era el tercer hijo de una familia de cuatro. La mayor de los hermanos era mujer, el resto hombres. Recordaba que su madre se refería a él como un niño voluntarioso y enérgico, que lucharía por mantener un camino recto desde el principio. Vivía con su familia en un pequeño rancho de Montana hasta que fue al college a los 18 años. Su padre se esforzaba en "hacer funcionar las cosas" durante la depresión económica y murió cuando "todo comenzaba a salir adelante". El señor W. se refería a su padre como un hombre fuerte y temeroso de Dios. Dominaba en el hogar, era disciplinado "como todo el mundo" y no se mostraba ni cordial ni gentil. Hasta el final de su vida, cuando el señor W. era dolescente, su padre "llegaba bebido dos o tres veces por semana", y a menudo venía a casa y trataba de "golpear a los niños y a mamá". Aborrecía a su padre, pero reconocía que le sirvió de modelo para su propia actitud fuerte y testaruda.

La madre era una figura secundaria, cocinaba, limpiaba y ayudaba en el rancho cuando el padre le decía que lo hiciera. Ella nunca intervino en los asuntos y problemas del marido, dejándole todas las decisiones y responsabilidades a él. La hermana mayor del señor W. era igual a su madre. Ambas eran "una especie de sombra en la pared".  Los tres hermanos eran muy diferentes. Ellos luchaban con "uñas y dientes" desde que eran jovenes. El señor W. se jactaba orgullosamente de que "cuando tenía 10 años podía con mi hermano y él tenía 12". Desde entonces fue el hermano dominante.

El señor W. tenía una beca para jugar al futbol americano pero fue reclutado por la armada entre el primer y el segundo año de estudio. Sirvió en Europa en la fase final de la segunda guerra mundial y recordaba sus desgarradoras experiencias con orgullo. Actualmente es un miembro activo de la organización de veteranos.  Una vez de vuelta a casa, continuó su educación en el G.I. Bill of Rights, jugando al futbol durante dos temporadas y se graduó en económicas. Después de su graduación se incorporó como ayudante de producción de campo, a la empresa de petróleo en la cual sigue estando empleado. Se casó con una mujer que había "escogido" algunos meses antes y se trasladaba de una localidad a otra, adonde lo asignase la compañía.

En el trabajo, el señor W. era conocido como un "jefe duro"; era respetado por los trabajadores del campo, pero no se llevaba demasiado bien con los técnicos de alto nivel por "su insistencia en que ningún centavo fuera malgastado y que nadie eludiera su trabajo". Era un infatigable trabajador y pedía que todos estuvieran a su misma altura. Era muy crítico con otros jefes de producción que según él eran "blandos con sus hombres". El señor W, pensaba que no podía "aguantar a la gente perezosa y tramposa"; "la amabilidad y la ternura son para los trabajadores sociales"; "hay un trabajo que realizar y la gente válida ha de hacerlo como es debido". El señor W. temía a los "socialistas, que eran los que iban a arruinar el país". Tenía la misma aversión hacia la minoria "perezosa y tramposa" y los grupos raciales.

El señor W. fue asignado a la oficina central de su compañía en base a su nivel excelente de producción. Por primera vez en su vida laboral tenía un "trabajo de oficina". Su superior inmediato estaba satisfecho con la forma en que "abordaba los problemas", pero le preocupaba que alienase a los demás en la oficina por su brusquedad y franqueza. Fue después de considerables problemas dentro del departamento cuando se advirtió al señor W. , como él mismo decía, de que debía "descargar sobre alguien más aparte de en sus secretarias y sus ingenieros de pacotilla".



La personalidad y sus trastornos / Theodore Millon, George S. Everly, Jr. ; traducción de Josep Treserra i Torres ; prólogo de Manuel Valdés (1994)
miércoles, 28 de julio de 2010

Caso 3: Ana Lucía, 28 años

Ana Lucía es una mujer de 28 años. Inicialmente acude a petición de su pareja por tener una actitud muy seductora con aquellos que le rodean lo cual genera grandes discusiones entre ellos. Siempre le habían dicho que era, desde bien pequeña, muy activa, se movía continuamente y requería la atención de sus padres. Éstos, trataban de mantenerla ocupada, para ello le proporcionaban una variada y cuantiosa estimulación, solían comprarle muchos juguetes diferentes para que se entretuviera. Cuando Ana Lucía lloraba, sus padres acudían rápidamente a consolarla. Lo cual fomentaba sus conductas dirigidas a llamar la atención de las personas de su entorno, por ejemplo las rabietas y las pataletas. Con el nacimiento de su hermano estas conductas se incrementaron. Cuando el niño era un poco más mayor, ambos competían por el cuidado de sus padres. Para ello, Ana Lucía, en el fin de semana preparaba el desayuno a sus padres y se lo llevaba a la cama. En las ocasiones en que ésta deseaba que su madre le comprara un juguete nuevo, intentaba agradar a su madre mostrando su afecto por ella (con besos, elogios y abrazos) y de esta forma su madre terminaba por comprárselo. Actualmente, acostumbra a tener mucho éxito con los demás, a la hora de establecer una conversación acorta las distancias y suele mantener un gran contacto físico con él o la acompañante. No tiende a retirar la mirada cuando habla, sino que la mantiene fija en los ojos de la otra persona. En un principio suele atraer a todos, pero cuando establecen amistad, éstos se suelen alejarse de ella. Cuando no se le hace caso, es capaz de hacer cualquier cosa para ser el centro de todas las miradas. Cuenta que, en una ocasión en la que fue invitada a una fiesta en la que pasaba inadvertida, acabó realizando un striptease, que según ella fue muy comentada. Cuando sale con su pareja, tienden a discutir acerca de su atuendo. Se viste de forma provocativa y exuberante, faldas muy cortas, escotes muy amplios,... Da una gran importancia a su aspecto físico, dedicándole una gran cantidad de tiempo, con la intención de obtener la atención de los demás. 

Ana Lucía normalmente manipula a la gente que le rodea para obtener su aprobación y elogios. Le resulta difícil terminar las actividades y proyectos que ha iniciado, ya que se aburre fácilmente, por ello busca nuevas fuentes de activación. Tiene reacciones desorbitadas y exageradas, llegando incluso a “montar un numerito”, aunque tras poco tiempo se comporta como si no hubiera pasado nada. Por ejemplo, cuando discute con su pareja, lo hace de forma explosiva, grita, llora,... y una vez que ha terminado actúa con normalidad. Es capaz de pasar de una emoción a otra con facilidad. Es una persona influenciable, cambia de opinión constantemente en función de lo que opinen los demás. Ha desarrollado una especial habilidad para conocer cuáles son las expectativas de los que la rodean y adaptarse a ellas, de esta forma consigue que los demás le atiendan. Con este mismo fin, tiende a sobreactuar en sus relaciones. Cuando relata algún acontecimiento lo hace como si lo estuviera reviviendo y de forma teatral. Tiene una idea errónea acerca de sus relaciones interpersonales, considerándolas más íntimas y profundas de lo que realmente son. Por este motivo, hace poco tiempo (unas dos semanas), tuvo que enfrentarse a una situación en la que un hombre al que consideraba un amigo, le había confirmado que tan sólo eran compañeros de trabajo, lo cual le afectó desproporcionadamente. Se muestra muy sensible y ofendida cuando alguien la rechaza o critica. Lo cual indica que tiene una baja tolerancia a la frustración.
martes, 27 de julio de 2010

Caso 2: Antonio, 31 años


Antonio, 31 años de edad, de complexión alta y delgada, con aspecto normal y soltero. Estudió la carrera de ingeniería informática y ahora tiene una empresa de páginas webs junto a su hermana mayor. Hasta el embarazo de su hermana le gustaba su trabajo: estaban en una oficina los dos solos, sin necesidad de tener que entablar conversaciones con gente ajena. Era siempre su hermana la que se encargaba de hablar y negociar con los clientes, él solo tenía que sentarse delante del ordenador y crear páginas webs.

Cuando ésta dio a luz se tomó aproximadamente un mes de descanso. Así, nuestro paciente tendría que haberse puesto al frente de las presentaciones a los clientes pero se vio incapaz. De hecho dejó él también de acudir a la oficina por el temor a tener que encontrarse con clientes o tener que responder a las llamadas telefónicas. A raíz de esto su hermana se empezó a preocupar seriamente y fue quien le propuso lo de ir a terapia. Él mismo se dio cuenta de que algo no funcionaba bien ya que había estado durante todo el tiempo de la baja de su hermana, literalmente, encerrado en casa. Ni si quiera había tenido ningún interés por conocer a su nueva sobrina ni por saber qué tal se encontraba su hermana.

Reconoce que hasta ese momento había estado muy centrado en su trabajo, y que solo le interesaba hacer más y más páginas web, pero tampoco se sentía aislado del mundo como le solía comentar su hermana, sino que él estaba a gusto dedicando su vida al trabajo. Nunca había gozado de grandes amistades y hasta ahora no había tenido una relación seria, pero es que tampoco sentía ninguna necesidad. De la universidad, por ejemplo, cuenta que iba poco y que no se relacionó con nadie. Explica que de hecho durante toda su vida no había tenido más de diez relaciones sexuales y que no había sentido placer (tampoco le había disgustado).

Explica que aunque era verdad que no salía con frecuencia (había meses que solo había ido de casa al trabajo y del trabajo a casa), no era un tema que le agobiase. A veces sí se había planteado qué sentido tenía su vida, es decir, tenía un leve pensamiento suicida que pronto se le iba de la cabeza, pero que insinuaba varias veces. Esta idea cada vez le causaba mas preocupaciones y a esto se le sumaba leves crisis de ansiedad que enseguida solucionaba sentándose enfrente del ordenador y continuando con su trabajo.

En cuanto a su historia familiar, cuando él nació su madre cayó en una fuerte depresión y años mas tarde su padre tuvo un accidente de coche y falleció. Su madre nunca se llegó a recuperar de la depresión, la situación cada vez era más complicada, y por eso su hermana decidió irse a vivir fuera de España. Esto le supuso un gran cambio, era muy pequeño cuando todo esto sucedió. Solo él convivía con su madre enferma y se sentía responsable. Tampoco tenía a ningún miembro de su familia cerca, porque aunque estuviera su madre enferma recibían muy pocas visitas. Nunca recibió ningún tipo de cariño o ternura.

Fue un buen estudiante y nunca se metió en líos, pasó una infancia y adolescencia tranquila: nunca se interesó por salir, ni envidió a sus compañeros que se reunían los viernes para pasarlo bien, así como tampoco se sintió nunca atraído por ninguna chica. Incluso recordó que le resultaba incomodo hablar con la gente, lo pasaba mal en clase, en el recreo, y que solo deseaba llegar a casa para leer sus libros de coches y estudiar, cosa que le encantaba.

Cuando hablaba de su madre lo hacía de una forma especial, le solía costar mucho y no la recordaba con mucho cariño, como si para él hubiera sido siempre una preocupación que le absorbió toda su infancia y con la que no pudo compartir ningún momento de felicidad y tranquilidad.

Caso 1: Serafín, 30 años

Serafín es un hombre de 30 años, de gran estatura y corpulencia. Desde el inicio mantiene una actitud de familiaridad con el terapeuta, tratando de facilitarle a este la tarea para la que se supone ha consultado. Comienza aclarando que si ha venido es porque le ha convencido su hermano, «aunque es verdad que llevo una temporada algo bajo de ánimo. Van a echarme de la Universidad por no haber aprobado los mínimos exigidos. Me he pasado los dos últimos años trabajando en mi propio negocio y he descuidado la carrera. Pero siempre he tenido una confianza absoluta en que puedo resolver cualquier problema que se presente. Y siempre lo he conseguido, Sé lo que pasado. Yo empiezo muy bien, pero a medida que pasa el tiempo me voy dispersando. Tengo que planificar con más cuidado». Continúa diciendo que «el negocio me ha ido mal porque abarqué más de lo que podía. Además, me engañaron y no he podido recuperar la inversión económica que hice»

Serafín continúa lamentándose de que nada le ha ido bien en los últimos tiempos y señala que quizás su hermano tiene razón en que últimamente «no levanto cabeza. Hace algunos meses me seleccionaron entre muchos candidatos para un puesto en una multinacional, pero al final no me lo dieron porque no tengo título universitario». A esta pérdida que sí reconoce haberle afectado se le asocia inmediatamente un gesto de rabia. Explica entonces que tiene que presentarse a declarar en un juicio por un incidente que le ocurrió en una sala de fiestas: «un matrimonio de personas mayores que se sentaban delante se quejó de que les molestaba con las piernas. Iniciamos una discusión y el señor se cayó hacia atrás y se dio un golpe en la cabeza, pero yo no lo toqué». 

Sigue refieriendo que otro ámbito en el que está librando una batalla es en su trabajo de funcionario: «Pretenden hacer una reducción de jornada y sueldo. Estoy intentando movilizar a mis compañeros para ir a hablar con el jefe de recursos humanos. Estoy seguro de que si hablara con él le ayudaría a ver cosas que no ha considerado. Yo creo que entre jefes y operarios no existen diferencias. La verdad es que pienso que son idiotas. Desde siempre me han estado llamando la atención porque me ponía a estudiar durante la jornada laboral; sin embargo, no me decían nada si leía el periódico. No tienen ni idea de lo que es mandar, les obedezco porque es lo más cómodo»

En este momento, dice al psicólogo que realiza la entrevista que tiene un problema en el que sí podría ayudarle: «He pensado que si me hicieras un informe psicológico de que me estoy mirando mis problemas podría hacer presión para detener mi salida de la Universidad. Claro que no me sirve que pongas la fecha de la primera consulta -estamos en una segunda visita-, lo que yo quiero es jugar con la ambigüedad. Hay que anticiparse a los movimientos de los demás». Serafín es el mayor de dos hermanos. De su historia infantil se desprende la imagen de alguien que se sentía diferente al resto: «Yo nunca he tenido que estudiar,me bastaba con lo que oía en la clase. No me gustaba quedar para estudiar con los demás, me gustaba hacérmelo solo. Por mi fama de empollón nunca me he sentido completamente integrado»

Sus padres se separaron poco antes de que se marchara a la mili. «Todo eso lo viví a distancia. Les llamaba y lloraban. Acabé diciendome: "estás solo y no te puedes poner triste". Quien se lo comió todo fue mi hermano. Pobre, siempre iba pegadoa mi como si fuera un perrito. Me pasé una mili estupenda». Dice que «siempre he discutido mucho con mis padres, sobre todo con mi padre, porque tenemos ideas distintas sobre la familia. Mi padre cree que los padres mandan sobre los hijos como si se tratara de un derecho natural, pero yo sostengo que esa idea es falsa; para mí somos iguales. Y si no es así, que me lo demuestren».  


Manual de Psicopatología Clínica. Adolfo Jarne, Antoni Talarn.

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Keziah Mason
Valencia, Valencia, Spain
Soy Lic. en Psicologia y he trabajado durante 5 años en el ámbito de RRHH. Actualmente estudio un master en Psicología Clínica, Legal y Forense y me interesa todo lo que esté relacionado con ello.
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"Las personalidades son como cuadros impresionistas. A cierta distancia, cada persona parece hecha de una pieza; desde más cerca, constituye un desconcertante entramado de estados de ánimo, cogniciones e intenciones" (Theodore Millon)

“El ego permanece siendo el centro inamovible de su mundo”

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Psicopatología en el Arte

Aún sin tener una base sólida, pues muchos de estos diagnósticos no están hechos por profesionales, sino a través de su biografía, muchos artistas de gran renombre han padecido trastornos mentales, entre otros:

Cesare Pavese: Depresión
Willem de Kooning: Alzheimer
Giorgio de Chirico: Psicosis
Edvard Munch: Ansiedad Mórbida / Psicosis
Salvador Dalí: Narcisista
Henri Michaux: Trastorno Evitativo
Elfriede Jelinek: Fobia Social
Isaac Newton: Sindrome de Asperger
Lord Byron: Trastorno Bipolar
Schumann: Trastorno Bipolar
Melville: Trastorno Bipolar
Joan Miró: Depresión
Tolstoi: Trastorno Bipolar
Vincent Van Gogh: Trastorno Limite de la Personalidad
Ernest Hemingway: Trastorno Bipolar
Franz Kafka: Trastorno Esquizoide
Virginia Woolf: Trastorno Bipolar
Robert Walser: Trastornos Nerviosos / Alucinaciones Auditivas
Huxley: Trastorno Bipolar
Marc Rothko: Depresión /consumo de sustancias adictivas
Chopin: Trastorno Bipolar
Andy Warhol: Trastorno de Personalidad Antisocial
Roman Gary: Depresión

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